Una de las formas más eficaces de lograr que las personas estén satisfechas con su trabajo y verdaderamente comprometidas con él, es que utilicen las habilidades que más disfrutan. Más que el dinero, sentir que utilizas adecuadamente tus capacidades resulta un factor que determina cuán motivada estás.
Liderar un equipo implica que seas capaz de ayudar a las personas a definir no solo cuáles son sus habilidades, sino cuáles disfrutan más poner en práctica. Es un hecho que resulta mucho más efectivo enfocarse en las fortalezas, que en tratar de modificar o mejorar aquellas áreas en las que las personas no son buenas. Esto es un reto porque en muchas ocasiones las personas no se han tomado el tiempo de hacer esta reflexión y pocas veces pueden decir, con certeza, cuáles son sus habilidades. La mayoría de las mujeres con las que he trabajado, si bien tienen algunas ideas sobre estas, suelen identificarlas de forma general y poco concreta, y tienden a frasearlas de manera que no resultan estratégicas.
Para que las personas puedan dar lo mejor de sí en los equipos de los que forman parte, deben saber con precisión cuáles son sus capacidades y cuáles de estas le generan mayor satisfacción. A partir de esta identificación, es importante encontrar en su labor, formas en las que puedan seguir cultivando esta habilidad. Parte de la destreza de una líder es asignar tareas que coincidan con las habilidades de cada persona del equipo, lo cual, por los perfiles establecidos de puesto, requiere -en muchos casos- de mucha iniciativa.
De igual forma, además de conocer cuáles son las habilidades en las que las personas desarrollan plenamente su potencial, debemos ser capaces de identificar con claridad cuáles son sus áreas de oportunidad y limitantes. Saber esto nos va a permitir distribuir las tareas de manera más efectiva y que las personas puedan disfrutar más de sus labores diarias. Si bien hay tareas que no podemos eliminar por completo de los perfiles, también lo es que debemos ser conscientes e impulsar las fortalezas y habilidades de las personas a través de acciones específicas. Esto implica ser flexibles con los requisitos de cada cargo y con las formas de lograr los resultados esperados.
Crear un plan de carrera, de forma conjunta, así como dar retroalimentación específica y constante, te va a permitir acompañar a las personas tanto en la reflexión de sus habilidades, como en el plan para seguirlas cultivando y adquirir otras necesarias para su desarrollo profesional.
Cuando el centro de la atención no son las metas, sino el desarrollo de las personas, las primeras se alcanzarán con mucha más facilidad, satisfacción y compromiso de quienes integran el equipo.
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