Una de las varias causas por las que solemos sentirnos agotadas (además de las noticias que insisten en quitarnos la esperanza en un mejor mundo) es por la cantidad de cosas que hacemos y asumimos diariamente. Un manejo del tiempo adecuado y la construcción de paz mental, requieren que digamos más seguido “no”. Esto nos cuesta más a las mujeres que a los hombres porque socialmente nos han enseñado que debemos ser “agradables” y “serviciales” aun cuando ello exija ir en contra de nuestras propias tareas.
Decir “no” nos asusta no solo porque podemos quedar mal con las personas a nuestro alrededor, sino porque nos da la sensación de que podríamos estarnos perdiendo de algo. Sin embargo, hacer más cosas de las que podemos (o queremos) tiene dos consecuencias fatales: por un lado, tenemos menos tiempo para hacer lo que realmente queremos o sabemos que es prioritario para nosotras, con lo cual, no alcanzaremos nuestras metas y, por el otro, merma nuestra productividad pues no solo tenemos menos tiempo para hacer lo importante sino que tenemos menos energía.
Aprender a decir “no”, como toda habilidad que cultivamos, requiere de conciencia y práctica. Para ello, te compartimos 3 formas en las que te será más fácil habituarte a decir no con el objetivo de que no estés exhausta ni tengas miedo de perderte algo.
- Determina qué sí es importante para ti. Para poder decir no, primero necesitas saber cuáles son tus prioridades. Reflexiona de forma consciente en qué sí quieres invertir tiempo y todo aquello que no implique esto, dile que no. Por ejemplo, si tu supervisora te ofrece una tarea que no es parte del proyecto prioritario que tienes, dile que no o, si eso te hace sentir incómoda, dile que te ayude a priorizar puesto que el proyecto previo era realmente importante.
- Normaliza la incomodidad de decir que no. Decir que no, sobre todo a las personas que estimamos o son nuestras supervisoras, es especialmente difícil. Sin embargo, la defensa de nuestro tiempo debe ser prioritaria para nosotras mismas pues solo así protegemos nuestras metas y nuestra energía (y solo nosotras tenemos interés en estas dos). Sí, va a ser difícil al principio, pero mientras más seas consciente de cuándo quieres decir que no y lo hagas, más fácil va a resultar.
- Decir “no” no significa ser grosera. Ser empáticas cuando decimos que no es una buena forma de no sonar grosera. Si una colega te dice en una reunión que si puedes ser tú quien lidere un proyecto que no te interesa o que te va a quitar tiempo para avanzar en lo que realmente es importante para ti, puedes decirle “gracias por considerar que soy una buena candidata para liderar este proyecto, sin embargo, el proyecto X es prioritario para mí (para mi evaluación de desempeño, para desarrollar otras habilidades, etc.) por lo que no voy a comprometerme con ningún otro en este momento.” Dar una razón real y tratar de que tu colega lo entienda (sin necesidad de dar más de una razón o de profundizar en ella), debería ser suficiente.
Aprender a decir no es una forma de autocuidado. Las personas a nuestro alrededor no van a proteger, naturalmente, nuestro tiempo y energía, sino las suyas propias. Saber cuáles son nuestras prioridades y ser conscientes de que hemos sido educadas para decir “sí”, nos va a ayudar a manejar mejor nuestro tiempo y a resistir las causas del burnout.
Leave a reply