En nuestra vida profesional uno de los elementos que pueden darnos mayor información para mejorar, es la retroalimentación. Sin embargo, hacemos frente a dos grandes problemas en relación con ella: 1) no solemos recibir retroalimentación que nos brinde información específica que nos sirva, y 2) nos solemos ofender o tomar a mal lo que nos dicen.
Cuando recibimos (y damos) retroalimentación, no lo hacemos adecuadamente; es decir, no se nos brindan elementos específicos, con detalle, que nos permitan mejorar. Esto es especialmente crítico para las mujeres. De hecho, diversos estudios muestran que las mujeres suelen recibir retroalimentación vaga que no les da información específica ni suficiente sobre lo que están haciendo bien ni sobre lo que deben mejorar. Esto les impide mejorar y trazar una ruta para seguir creciendo, lo que provoca estancamiento y frustración.
Por otro lado, cuando nos dan retroalimentación, tanto positiva como negativa, solemos darle más peso del que debería tener y, en algunas ocasiones, nos sentimos ofendidas por él, en lugar de verlo como lo que es: información sobre lo que algunas personas piensan sobre nuestro desempeño. Esto no tiene que ver, en ningún momento, con nuestro valor como personas ni con nuestra capacidad de aprendizaje. Según la autora Sheila Heen, las personas que reciben de mejor manera la retroalimentación (o sea, aquellas que están dispuestas a escucharla y a aprender de ella), mejoran su desempeño laboral, manejan mejor los cambios y tienen mayor capacidad de adaptación.
Por ello, hoy hablaremos sobre 3 cosas sobre las cuales reflexionar sobre la retroalimentación:
- Cuando alguien te da retroalimentación, lo que te dice habla tanto de ella como de ti. Es decir, cuando las personas nos reconocen algo o nos echan en falta algo, es el reflejo de lo que esa persona valora o desdeña. Ello no implica que no sea cierto, pero es importante entender que si tu jefa alaba tu buena estructura, es porque ella misma es una persona que aprecia eso. Esto, además de ayudarnos a mejorar, nos da información sobre lo que valoran las demás personas y nos puede ayudar a trabajar de mejor manera en equipo.
- Debemos aprender cuándo la retroalimentación sirve y cuándo no. Las personas tenemos opiniones personales sobre todas las situaciones que nos rodean. Por ello es importante que aprendamos a distinguir la retroalimentación que nos sirve y la que no. Es decir, si eres maestra y una amiga personal te escucha dar clases y ella no se dedica a ese ámbito, lo que te puede aportar muy probablemente no te sirva. Sin embargo, si una alumna te califica de cierta forma y te dice qué opina de tu clase, lo más probable es que esa revisión sí te aporte elementos que te permitan mejorar tus clases, pues es parte del “público” al que te diriges.
- La retroalimentación te ayuda a mejorar. Nos guste o no, nos sintamos bien o mal, la retroalimentación de quien sí es relevante, siempre nos puede ayudar a mejorar. No la tomes como una crítica, sino como información qu ete permite seguir creciendo. No te sientas ofendida por ella (salvo que te lo hayan dicho con groserías o gritando, en cuyo caso es inaceptable). Por ello, es importante que si no nos dan retroalimentación de forma recurrente, debemos pedirla para que podamos mejorar.
Buscar información sobre nuestro desempeño de manera consciente, intencional y realista, es un elemento indispensable para seguir creciendo a nivel profesional. Busca activamente tener retroalimentación y recuerda que mientras más información tengamos, mejores decisiones podremos tomar.
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