En el estudio realizado por ONU Mujeres “Progress on the Sustainable Development Goals: The gender snapshot 2022” se señala que la violencia contra las mujeres y las niñas se ha recrudecido, el porcentaje de las mujeres en cargos de toma de decisión está muy lejos de la paridad, y la pobreza las afecta de forma desproporcionada. De cara a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de 2030, el escenario es muy poco halagüeño para las mujeres y el ejercicio de sus derechos.
En el ámbito laboral, el estudio señala que la pandemia afectó -como en prácticamente todos los ámbitos- de manera desproporcionada a las mujeres ya que solo representan el 21% de las ganancias de empleo proyectadas durante 2019-2022, a pesar de que representan el 39.4% por ciento del empleo total en 2019. Se prevé que la participación de las mujeres en la fuerza laboral en 2022 se mantenga por debajo de los niveles previos a la pandemia en 169 países y que la brecha de género se amplíe en 114.
Ante estos datos, ¿qué rol deben jugar las organizaciones? Muchas empresas han respaldado e impulsado los ODS y hoy tienen la oportunidad de demostrar que el compromiso va más allá de firmar un pacto. Hoy tienen la oportunidad de impulsar todos los Objetivos de manera transversal gracias a la igualdad de género. Aquí abordamos cuatro ideas que podrían poner en práctica de inmediato para lograrlo:
- Entender e interiorizar que la igualdad de género tiene grandes beneficios sociales y económicos. En el estudio realizado por McKinsey en 2015 ( The power of parity: How advancing women’s equality can add $12 trillion to global growth) se señala que se podrían agregar $ 12 billones al PIB mundial para 2025 si se promoviera realmente la igualdad de las mujeres. De hecho, señala el mismo reporte, si las mujeres y los hombres desempeñaran un “rol idéntico en los mercados laborales”, se agregarían $28 billones de dólares a la economía mundial (McKinsey). De igual forma, las empresas diversas se desempeñan 35% mejor que sus contrapartes no diversas. (McKinsey). Si ya se ha demostrado, estudio tras estudio, que la igualdad de género conviene económicamente a las empresas ¿por qué son tan cautas en sus programas?
- Promover cuotas; sí, cuotas. Mientras escribo esto pienso que la palabra “radical” es exagerada pero muchas empresas ven como tal (además de riesgoso) tomar acciones contundentes para lograr la igualdad. Incontables ocasiones he escuchado “aquí no estamos dispuestos a hablar de cuotas”. Las acciones afirmativas, que existen desde hace décadas -y cuyo éxito ha quedado claro en múltiples estudios académicos- son herramientas eficaces y más cuando se acompañan de acciones específicas para derribar obstáculos estructurales que impiden a las mujeres crecer profesionalmente. Argumentar que las mujeres “aún no están preparadas” es una fachada para perpetuar el patriarcado en las estructuras laborales.
- Flexibilidad total. Es inconcebible como después de dos años y medio de pandemia la mayoría de las estructuras empresariales se nieguen a trabajar bajo esquemas realmente flexibles. Forzar a las personas a desplazarse para ir de su casa al trabajo todos los días, trabajar por horas y no por resultados, o premiar a quien siempre está “conectado” o presente, son resabios de una cultura laboral arcaica. La flexibilidad es indispensable para poder lograr que las mujeres acomoden como deseen sus horarios mientras realizan las labores de cuidado. En un mundo donde las mujeres hacen. casi 3 veces más de las cargas de cuidados y del hogar, la flexibilidad permite que acomoden sus horarios sin tener que claudicar su carrera. ¿Lo ideal, además? Que se impulsara un sistema nacional de cuidados y que el tiempo flexible sea también para hombres, de manera tal que vayan responsabilizándose también de las cargas que les corresponden en el hogar.
- Crear ambientes laborales con seguridad psicológica y libres de violencia. Esto implica no solo tener protocolos de atención y sanción (que funcionen) para hacer frente al acoso y hostigamiento que viven las mujeres, sino prevenirla a través de ambientes que fomenten la inteligencia emocional, la confianza, la empatía y la seguridad psicológica; es decir, que impulsen prácticas no patriarcales.
Todas y todos tenemos un rol que jugar para lograr una sociedad más igualitaria. Que el compromiso nos lleve siempre a actuar más allá de la fachada.
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