Según un estudio de Gallup publicado en enero de este año, por primera vez en más de 10 años, en 2021 el porcentaje de trabajadores que se sentían comprometidos con su trabajo en Estados Unidos disminuyó. Solo un tercio de ellos (34 %) estaban comprometidos, mientras que el 16 % señaló sentirse “enérgicamente desvinculado” de sus labores y de su lugar de trabajo. Sin embargo, el trabajo suele ser una fuente de significado o de realización para las personas. Según un estudio del Pew Research Center, en 2017, el 70% de las personas estadounidenses dijeron que su trabajo o carrera tuvo significado en su vida.
Las crisis de carrera, además, son algo cada vez más común. Todas las personas experimentarán, al menos, de dos a tres crisis de este tipo a lo largo de su vida (lo cual explica la abundante literatura que existe en la materia).
A pesar de ello, son pocas las personas que planean su vida profesional, que reflexionan conscientemente sobre ella y que son intencionales con las acciones que emprenden al respecto. Muchas de las personas con las que he colaborado señalan que su vida profesional ha sido el resultado aleatorio de invitaciones que han recibido para trabajar, de oportunidades que tomaron sin reflexión profunda (a veces llevadas por la necesidad) y que en ese proceso no ha habido una estrategia detrás de crecimiento personal ni profesional.
Si queremos que nuestra vida laboral sea satisfactoria, el primer ajuste que debemos hacer es entender que está en nuestras manos. Para quienes tenemos la oportunidad de hacer estas reflexiones (y por supuesto esto no hace referencia a aquellas personas que no tienen necesidades básicas cubiertas y que se ven obligadas a tomar cualquier trabajo que les permita sobrevivir), tomar el control de nuestra vida profesional implica:
- Reconocer la agencia propia y la autonomía que tenemos para ir trazando nuestra vida laboral.
- Establecernos metas a corto y largo plazo donde seamos conscientes de cuáles son nuestras habilidades, cuáles queremos seguir cultivando y cuáles no.
- Experimentemos y asumamos los aprendizajes que vienen con la construcción de nuestra carrera.
Tomar el control significa, asimismo, reflexionar de manera consciente y constante sobre dónde nos encontramos, qué impacto queremos tener con nuestro trabajo, tomar decisiones y emprender acciones de manera intencional para ir modelando la carrera profesional que deseamos. Esta reflexión debe ser constante pues la visión que tenemos cambia a lo largo de nuestra vida, con base en las experiencias que tengamos.
Tomar el control sobre nuestra carrera profesional es el primer paso -pero el indispensable- para poner nuestras habilidades al servicio del cambio que queremos lograr para nosotras y para las demás personas.
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