En estos últimos lustros, las personas dedicamos más horas a nuestro trabajo que en ningún otro momento de la historia. Según un estudio realizado en Estados Unidos en 2006, el 62% de las personas con altos ingresos trabaja más de 50 horas a la semana, el 35% trabaja más de 60 horas a la semana y el 10% trabaja más de 80 horas a la semana. Todos los adelantos tecnológicos en lugar de disminuir las horas que dedicamos a trabajar, las han aumentado. Las mujeres suelen estar en peor posición porque además de trabajar a la par, realizan casi 3 veces más de las labores de cuidados y de administración del hogar. Ante esto, priorizar nuestro bienestar suena como una tarea extra para la que ya no nos quedan fuerzas.
Repensar las formas en las que trabajamos, el significado que le hemos dado a la productividad y visibilizar cómo afectan las primeras en nuestra salud tanto física como mental, es indispensable. Beth Cabrera, psicóloga organizacional y consultora en temas de bienestar y psicología positiva, en su libro “Beyond Happy: Women, work and well-being” señala que hay dos dimensiones para alcanzar el bienestar: sentirse bien y hacer el bien.
Si bien el 50% de nuestra predisposición a ser felices es genética, el otro 50% está más bajo nuestro control. Aumentar las sensaciones que nos hacen sentir bien es posible a través de elegir pensamientos y realizar acciones que nos generen emociones positivas.
Beth Cabrera señala en el libro citado que hay 3 estrategias para aumentar cómo sentirnos bien:
- Ser consciente (mindful). No solo significa estar más en el presente, sino bajar el ritmo, no hacer multitasking (no es posible, siquiera), conectar con la naturaleza y meditar. Ante los incesantes estímulos que recibimos y la presión extra a la que estamos sometidas las mujeres (recordemos que, según el INEGI, las mujeres en México trabajamos 2 horas más cada día que los hombres), bajar el ritmo es una de varias formas de rebelarlos ante los sistemas que buscan oprimir a muchas.
- Ser agradecida. Seguramente el “tip” más conocido. El agradecimiento ha sido estudiado profundamente por la psicología. Los efectos positivos que tiene en la salud de las personas nos permiten concluir que debemos integrarlo a nuestras vidas como una práctica diaria. La ventaja de la gratitud es que no está relacionada con ninguna religión ni creencia espiritual. La gratitud nos permite ver lo bueno de las situaciones (sin caer en en el positivismo u optimismo tóxico) y, también, reformular o re-enmarcar lo que vivimos para sentir mayor tranquilidad y bienestar.
- Tener esperanza. Si alguna vez has pasado por alguna crisis significativa o has vivido un episodio de ansiedad fuerte, quizá sepas que una de las cosas que pierdes es la capacidad de albergar esperanza. Tener esperanza es una de las fuentes de optimismo de las personas. Ser capaces de imaginar un futuro cálido y acogedor, hacer planes, identificar alternativas y encontrar modelos a seguir, nos permite sentirnos bien y tener en marcha el motor que nos permite intentar y lograr las cosas.
Priorizar nuestro bienestar es un acto de rebeldía hacia el patriarcado. ¿Por qué? Porque las mujeres hemos sido enseñadas a aguantar calladas, a las mujeres se nos ha impuesto trabajar el doble y nos han dicho que valemos más cuando nos sacrificamos por las demás personas (para muestra, basta ver la idealización de la maternidad). Priorizar nuestro bienestar no solo es un acto político, es un acto de amor comunitario hacia todas.
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