En la última década cada vez más se habla de la inclusión como una de las formas más eficaces para garantizar la igualdad de oportunidades no solo en el ámbito laboral, sino en todos. La valoración de la diversidad como algo positivo en la integración de los equipos de trabajo es cada vez más evidente y los esfuerzos por garantizarla han aumentado. No obstante, estos esfuerzos son considerados por las organizaciones como algo deseable en un futuro, algo que sería grato, pero no indispensable.
Muchas de las organizaciones que han implementado políticas de inclusión lo han hecho por temas de “compliance”, es decir, porque se han visto obligadas a ello debido a ciertas normas que les rigen. Otras, que aún no lo han implementado, lo consideran algo que no impactará en sus resultados de forma tangible y, por ello, no tiene prioridad (ni presupuesto destinado) en su planeación.
Según diversas publicaciones del Harvard Business Review, cuando las empresas adoptan políticas de inclusión, sus equipos son más efectivos que los equipos que son homogéneos. Al enviar el mensaje de que se valoran los puntos de vista variados y que no es necesario suprimirlos por el bien de la cohesión del grupo, se alienta a las y los empleados a repensar cómo se hace el trabajo y cuál es la mejor manera de lograr sus objetivos. De igual forma, las empresas con una diversidad superior a la media tienen 19% más de ingresos por innovación, mientras que McKinsey ha señalado que las empresas diversas se desempeñan 35% mejor que sus contrapartes no diversas.
Las organizaciones suelen centrarse en cómo ser rentables, productivas e innovadoras y para ello desarrollan estrategias de ventas, de marketing, de recursos humanos, de tecnología y financieras; no obstante, dejan de lado la inclusión como una estrategia que resulta toral para la rentabilidad del negocio. Las políticas de inclusión que son creadas e implementadas de forma efectiva:
- generan mayores ingresos (mayor rentabilidad),
- reducen costos,
- incrementan la innovación, y
- aumentan la participación, productividad y el compromiso de las y los empleados.
La inclusión, además, es una de las estrategias más eficaces para retener al personal e incide positivamente en la plena utilización de los talentos de las personas ya que:
- permite contratar a las personas más hábiles y capaces sin sesgos ni discriminación inconsciente,
- ofrece mejores oportunidades de desarrollo y crecimiento a cada persona del equipo,
- incide en la creación de ambientes libres de violencia y más balanceados que generan bienestar sostenible en la organización.
Las políticas de inclusión, para que sean efectivas, requieren del compromiso inequívoco de todas las personas en la organización, empezando por las personas que la lideran. La inclusión es más que poner una bandera de determinado color ciertos días al año. Es comprender que las personas son diferentes y que esas diferencias deben ser visibilizadas y tomadas en cuenta para que no se generen desigualdades en el ejercicio de derechos ni en el acceso a oportunidades. La inclusión, como cualquier otra estrategia de negocio, requiere de datos. Necesitamos saber dónde están los obstáculos que impiden la diversidad para poder resolverlos. De igual forma, necesitamos recursos materiales, económicos y humanos para llevarlas a cabo. Ninguna empresa haría una estrategia de ventas sin tener claros los números y sin tener un presupuesto asignado para ello, entonces ¿por qué lo hacen así cuando se trata de las políticas de inclusión? Estas también requieren de una medición puntual para determinar los avances y ajustar cuando sea necesario.
Te invitamos a conocer cuáles son los servicios que ofrecemos en esta materia para acompañarte y que puedas utilizar plenamente el talento de todas las personas y crear no solo una organización rentable y productiva sino un lugar en el que las personas se sientan comprometidas y pongan al servicio de ella todas sus habilidades.
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