En nuestros últimos artículos hemos abordado qué es el burnout, sus consecuencias y cómo manejarlo, tanto a nivel sistémico como individual. Una de las características de este síndrome es un manejo inadecuado del estrés por un tiempo sostenido. Sin embargo, es importante destacar que el burnout no es lo mismo que el estrés. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que “el estrés relacionado con el trabajo es la respuesta que las personas pueden tener cuando se les presentan demandas y presiones laborales que no se corresponden con sus conocimientos y habilidades y que desafían su capacidad para hacer frente.” El estrés en el ámbito laboral es inevitable y hay que reconocer que no siempre es negativo. Puede ser un elemento que mantenga alerta a las personas cuando así se requiere (por ejemplo, para cumplir con un término específico o para motivar a desarrollar nuevas habilidades). No obstante, cuando esa presión es continua y excesiva, puede causar estragos en la salud de las personas.
El estrés relacionado con el ámbito laboral tiene múltiples causas: mala organización del trabajo, mal diseño del trabajo y de sus procesos, una mala gestión, mala coordinación o articulación de las personas con las que se trabaja, entre otras. Si bien el estrés se puede ver agravado por las circunstancias estructurales de cómo se organiza el trabajo en una institución, las personas deben tener las herramientas necesarias para poder manejarlo y evitar así las consecuencias negativas de este. Es decir, si bien no en todas las circunstancias podemos eliminar los factores que causan estrés, en todas ellas sí tenemos control de cuánto nos afectan como personas.
Algunas de las estrategias que puedes poner en práctica para reducir el estrés son las siguientes:
- Deja de perseguir el perfeccionismo. Buscar la perfección en cada una de las tareas que haces, como ya lo hemos dicho, es un trampa ya que no solo es imposible alcanzarla, sino que te impide tanto avanzar de forma sostenida, como valorar adecuadamente el progreso, además de que no te permite analizar los errores y evaluarlos adecuadamente.
- No olvides el panorama más grande. Enfocarnos en las tareas más pequeñas, en el día a día de nuestro trabajo, suele distraernos de aquellas actividades que son realmente importantes y que nos permiten alcanzar nuestros objetivos. El estrés que generan las interminables listas de cuestiones no prioritarias (y muchas veces ni siquiera urgentes) mina nuestra energía y productividad, e impiden que tomemos decisiones estratégicas.
- Cultiva una mentalidad positiva. No, no nos referimos al positivismo tóxico que exige que vivamos en un estado de euforia feliz. La psicología positiva nos permite manejar adecuadamente nuestros sentimientos, a partir del reconocimiento y aceptación de todos ellos. Esto nos permite conocer mejor nuestras expectativas y saber qué y cómo podemos lograr las cosas. Tener una actitud positiva implica reconocer que los errores existen y que podemos aprender de ellos sin necesidad de culparnos a nosotras o tras personas por ellos.
- Enfócate en tu salud. Es importante que no nos sintamos abrumadas por el estrés. Para ello, debemos priorizar nuestra salud física y mental. Tener pasatiempos que nos permitan salir de los pensamientos cíclicos que genera el estrés es una de las formas para poder manejarlo. Destinar tiempo de forma indefectible para hacer cosas que nos gustan, no relacionadas con el trabajo, es una herramienta para evitar el agotamiento por estrés.
Manejar el estrés es una de las actividades que haremos de forma consistente a lo largo de nuestras vidas, sin importar el sector en el que trabajemos. Aprender a hacerlo nos garantizará salud física, mental y mayor sensación de realización.
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